La lengua castiga
Elías, desde el momento en que usted decidió partir a Londres, donde sin duda ahora goza de un merecido prestigio, sentí que me quedaba sin una mano, despojada de uno de mis hemisferios cerebrales, el izquierdo, por supuesto. Podrá parecerle extravagante de mi parte, pero desde hace seis meses, cuando usted se marchó a Europa, […]